Por el público en general, Juan Rulfo (1917-1986) es conocido como un gran escritor. Por escritores y críticos de la talla de Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y Susan Sontag, Rulfo es reconocido como uno de los escritores más importantes en la historia de la literatura universal, no solo latinoamericana. No obstante, y como el título de esta entrada insinúa, antes que escritor, Rulfo fue un experimentado y talentoso fotógrafo. De hecho, podríamos argumentar que su faceta como escritor era secundaria a la de fotógrafo por muy descabellado que suene. En esta segunda entrada acerca de escritores fotógrafos (siendo la primera dedicada a Aldous Huxley), conoceremos un poco acerca del Rulfo fotógrafo.

EL ESCRITOR
Juan Rulfo es reconocido en el mundo como el escritor de dos de las obras literarias más influyentes en la literatura: El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955). Lo interesante es que en vida solo publicó tres obras, siendo El gallo de oro (1980) la última en publicarse. De momento no tengo en mente (y tampoco he investigado) una lista de casos en los cuales un escritor haya dejado un legado tan grande con tan pocas obras, pero Rulfo sin duda estaría en el número uno de dicho ranking.
EL FOTÓGRAFO
Su faceta como fotógrafo es incluso más longeva que la de escritor. Los primeros registros de su trabajo fotográfico datan de 1932, y su archivo contiene unos 6,000 negativos. La mayor parte de sus imágenes fue tomada en blanco y negro, con unas pocas incursiones en color en los años 50. Trabajó exclusivamente con formatos cuadrados, primero con 4×4 y luego con 6×6 con una Rolleiflex Automat. A pesar de su vasta experiencia, siempre delegó el trabajo de cuarto oscuro a laboratorios fotográficos. Nunca estudió fotografía y en sus palabras, simplemente “Tenía buena puntería y eso es todo, no hay otra historia”.

Es probable que su primer contacto con la fotografía haya sido a través de su afición por el montañismo. Luego, viviendo en la ciudad de México y como empleado del Ministerio de Interior, acompañaba a estudiantes de arqueología en sus viajes de campo. El catedrático recuerda a Rulfo como “… el joven fotógrafo…”.

Años más tarde, comienza a trabajar en una fábrica de llantas, donde se une a otro club de montañismo y donde continúa tomando fotografías. Inicialmente con un puesto de capataz, pronto solicita ser asignado al departamento de ventas, lo cual le da la libertad de viajar para vender llantas, aprovechando la oportunidad para seguir fotografiando. En 1949, una publicación muestra su trabajo bajo el título de “11 fotografías de Juan Rulfo”, además de obras escritas.

En 1952, logra el puesto de director, fotógrafo y escritor de la revista Mapa, donde también publica algunas fotografías bajo su nombre y también bajo el seudónimo de Juan de la Cosa. Al finalizar el año, deja la fábrica de llantas y la revista, dedicándose a trabajar en una beca del Centro Mexicano de Escritores, la cual le brinda los medios para publicar sus dos obras cumbre. No obstante, siempre dedicó tiempo a la fotografía.

En 1954, es invitado a fotografiar los ensayos de un ballet en la región de Amecameca. En la sesión se encontraba nada más y nada menos que Nacho López, quien en una ocasión compartió la anécdota de cómo conoció a Rulfo: “Por ahí apareció un joven tomando fotografías con una cámara Rolleiflex… Este joven entrometido… era Juan Rulfo, quien había sido invitado por sus amigos… En un descanso, el colega y yo platicamos de fotografía, danza y las excelencias de su ‘Rollei’. Así conocí a un fotógrafo llamado Juan Rulfo, pues yo no sospechaba la poderosa figura literaria que llegaría a ser”.

Un año más tarde, trabajó en un proyecto en Papaloapan, para el cual preparó una publicación y un documental (como guionista). También realizó un registro de aproximadamente 350 fotografías. Las fotografías de este proyecto fueron publicadas en diversas revistas.

Otras de sus fotografías más conocidas las realizó mientras trabajaba como consultor para la película La Escondida (1956), con María Félix y Pedro Armendáriz.

Uno de sus últimos proyectos grandes como fotógrafo lo realizó documentando la infraestructura ferroviaria de ciudad de México. En los años siguientes continuaría publicando sus fotografías en diversas revistas, realizaría su primera exposición importante en 1960, y finalmente dos años más tarde, dejaría de fotografiar debido a las responsabilidades de su puesto como director del departamento de publicaciones del Instituto Nacional Indigenista.

En ocasiones, algunas publicaciones publicaban artículos dedicados a la fotografía de Rulfo, destacando su excelencia técnica. En otros artículos, era presentado como un fotoperiodista. Y aunque no se conoce mucho del trabajo fotográfico que realizó después de la década de los 60, Flor Garduño tomó, en 1974, un retrato de Rulfo donde aparece con una Rolleiflex, así que seguramente continuó con su afición, pero sin el deseo de mostrarlo al público.
LIBROS FOTOGRÁFICOS
Se han publicado varios libros y catálogos de Rulfo como fotógrafo, incluyendo Juan Rulfo: Homenaje nacional (1980), Inframundo: el México de Juan Rulfo (1983), Juan Rulfo: Letras e imágenes (2002) y 100 Fotografías de Juan Rulfo (2010).
En conclusión, aunque Juan Rulfo es más conocido como escritor, es muy probable que sin esa faceta hoy en día lo sigamos conociendo como una figura importante en la historia artística de México como uno de los fotógrafos más talentosos de su generación, algo por lo cual debería recibir mucho más crédito.
Toda la información contenida en la sección “El Fotógrafo” fue obtenida de la única fuente citada en esta entrada.
Fuente
Brennan, D. y Finnegan, N. (Eds.) (2016). Rethinking Juan Rulfo’s Creative World. Prose, Photography, Film. Studies in Hispanic and Lusophone Culture 14. Reino Unido: Modern Humanities Research Association and Routledge