Su interés por la fotografía comenzó en 1963, luego de un viaje a China, Japón e India. Al año siguiente inicia su trabajo como asistente en el laboratorio fotográfico de Time-LIFE en París para luego convertirse en fotógrafa independiente trabajando para revistas como LIFE, Fortune, Sports Illustrated, New York Times y Vogue. Luego de ser parte de la famosa (pero ya extinta) Agencia Vu, en 1972 se convirtió en cofundadora de la Agencia Viva, una agencia de fotografía documental con sentido humanitario*. Lamentablemente esta agencia cerró en 1979, pero su trabajo humanitario no terminó con este cierre. Algunos de sus trabajos más notorios los realizó fotografiando a ancianos desahuciados y otros sujetos que han sido marginados y excluidos de los lugares a los que pertenecen, tanto en Europa como afuera de ella. [1] Y es este último punto el que nos lleva a la fotografía destacada.
*Robert Doisneau en su momento dijo que Franck tenía una “mirada amigable”, un gran elogio de alguien cuya empatía, humor y compasión se ven reflejados en toda su obra. [2]
LA FOTOGRAFÍA
Su interés por gente excluida y desplazada la llevó a interesarse por los monjes budistas desplazados en Nepal e India. Su proyecto, iniciado en 1996, se enfocó específicamente en los tulkus (palabra que significa “cuerpo fantasma”), la reencarnación de lamas (palabra que significa “maestro”) tibetanos. A cada tulku se le asigna un tutor y se le prohíbe entrar en contacto con otros jóvenes de su edad. A todos los tulkus se les llama Rinpoche, un título que significa “el de gran valor”. [2]
Para este proyecto, viajó al monasterio de Sechen, en Bodnath (Nepal), donde fue recibida por la ex fotógrafa de Magnum Marilyn Silverstone, quien se había convertido al budismo y de hecho vivía en el monasterio y se encargaba, entre otras cosas, de cuidar a los monjes jóvenes. [3]
El día de su llegada, Franck conoció a Tulku Khentrul Lodro Rabsel. Tenía 12 años y había sido reconocido como tulku a los 5. De hecho, él mismo, a esa temprana edad, decidió que ya había vivido lo suficiente con sus padres y decidió que era tiempo de entrar en el monasterio (usualmente entran a la edad de 6). Se encontraba estudiando en su habitación con su tutor Lhagyel cuando de pronto, “para mi deleite y el del joven tulku, una paloma se posó en la cabeza de su tutor. Por supuesto, todos nos echamos a reír. La situación duró sólo unos segundos, pero yo estaba en el lugar adecuado y en el momento adecuado, y que sabía que tenía mi objetivo de 35 mm en una de mis dos Leicas y cogí el adecuado. Sabía que había tomado una fotografía memorable, pero tuve que esperar tres semanas antes de volver a París y revelar mi película y mi hoja de contactos. Fue un gran alivio ver que la imagen no estaba borrosa y que la exposición era correcta. Desde entonces, la imagen se ha convertido en una de mis más populares. Cuando Josef Koudelka la vio, me dijo: “Martine, ha valido la pena que hayas hecho este trabajo.” [3] En otra entrevista, Franck recuerda que “Entramos a la habitación del pequeño monje para fotografiarlo mientras recitaba numerosos mantras. La paloma ya estaba en la habitación – estaban en todo el monasterio.” [4] Sobre ese preciso momento, también recuerda que el niño estaba teniendo dificultades recitando todos esos mantras que debía memorizar. Y comenta que ya llevaba casi una hora sentada en una esquina, simplemente observando. [5]
En cuanto al legado de la imagen, Franck ofreció varios comentarios: “En su momento fue algo instintivo, pero cuando lo veo ahora, simboliza un sentimiento de confianza, esperanza y humor entre dos generaciones.” [4] Es más, esta era una de sus fotografías favoritas. “No miro mis fotografías muy a menudo, pero esta imagen siempre me hace feliz. Fue un momento perfecto.” [5]
LA CONEXIÓN HENRI CARTIER-BRESSON
Dejé esta breve parte de la biografía de último para dejar que su trabajo hablase por sí solo y a la vez para alejarla un poco de la sombra que Henri Cartier-Bresson arroja (sin quererlo) sobre ella, ya que fue su segunda esposa, y no deseaba que viéramos el trabajo de la esposa de Cartier-Bresson, sino el de la talentosa fotógrafa Martine Franck. Por cierto, la modelo de esta otra famosísima fotografía de Cartier-Bresson es la propia Franck.Y regresando al tema de las hojas de contacto, Franck menciona que la primera frase que Cartier-Bresson utilizó para hablarle fue: “Martine, quiero llegar a ver tus hojas de contacto.” En la misma entrevista, Franck admite que Cartier-Bresson juzgaba a los fotógrafos viendo sus hojas de contacto boca abajo, ya que decía que viendo las fotografías así se podía ver su “construcción” y composición de una mejor manera. [6]
Fuentes
[1] Warren, L. (2006). Encyclopedia of twentieth-century photography. Nueva York: Routledge
[2] Magnum Photos. (s. f.) The Grace and Tenacity of Martine Franck. Magnum Photos. Recuperado de: https://www.magnumphotos.com/theory-and-practice/the-grace-and-tenacity-of-martine-franck/
[3] Lubben, K. (Ed.). (2014). Magnum Contact Sheets. Londres, Inglaterra: Thames & Hudson
[4] Clark, D. (2009). Photography in 100 words. Oxford, Inglaterra: Focal Press
[5] Benedictus, L. (2006, noviembre 30). Martine Franck’s best shot. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/artanddesign/2006/nov/30/photography
[6] Rose, C. (2010, abril 15). Henri Cartier-Bresson at the MoMA. Recuperado de: https://charlierose.com/videos/13414