En esta tercera y última entrada acerca de “Joywar”, muestro los puntos de vista de Meiselas y Garnett, finalizando con unos breves comentarios personales.
DOS PUNTOS DE VISTA
MEISELAS
Meiselas fue de los pocos fotógrafos extranjeros (hombre o mujer) que documentaron parte de la revolución sandinista de finales de los años 70. Su trabajo produjo un importantísimo archivo visual de la época, el cual es liderado de alguna manera por la fotografía de Pablo Arauz lanzando una bomba molotov. La imagen tiene tal poder icónico y retórico, que a lo largo de los años ha sido usada en Nicaragua como símbolo no solo de la lucha sandinista, sino incluso también de la respuesta en contra de los propios sandinistas, en una forma de apropiación política y propagandística. Meiselas nunca ha escondido su simpatía por la lucha sandinista, y tampoco ha dejado que tanto Arauz como su lucha queden en el anonimato, ya que su formación como antropóloga la llevó a realizar una documentación extensa y cuidadosa sobre los hechos que fotografiaba en un esfuerzo por dar el contexto adecuado a sus fotografías. Tampoco hay que olvidar que al igual que Arauz, Meiselas también arriesgaba su propia vida documentando este conflicto. Por lo tanto, podemos entender cómo y por qué Meiselas defenderá esta imagen y lo que realmente representa ante cualquier intento de descontextualizarla.
GARNETT
Garnett, por otro lado, es una artista visual que ha utilizado a la pintura como su principal medio de expresión. Su uso de imágenes encontradas es producto de sus experiencias de vida, comenzando en el laboratorio de su padre, quien era bioquímico. Garnett observó que las imágenes de procesos microscópicos que se tomaban en el laboratorio eran usadas para poder realizar interpretaciones, no necesariamente para tener registros visuales sencillos. Esto la llevó más adelante a interesarse en el problema de la representación visual en sí, en la filosofía y las suposiciones detrás del proceso de volver visible lo invisible (tanto de manera literal como figurada). En esta etapa de su carrera usaba imágenes obtenidas de microscopios electrónicos, telescopios, rayos X y resonancias magnéticas. Años más tarde, comenzó a usar imágenes militares desclasificadas del gobierno de los Estados Unidos. Más adelante, cuando este tipo de imágenes comenzó a ser más ubicuo en la cultura visual popular, Garnett dejó de ir a las fuentes primarias y secundarias y comenzó a utilizar las imágenes que encontraba en los medios de comunicación de masas. [1] Con esta información, creo que podemos comprender el proceso y el trabajo de Garnett, y el por qué jamás vio problema alguno utilizando la fotografía de Meiselas (la cual, como expliqué anterior, encontró en internet de manera fortuita ignorando al autor original).
HARPER’S MAGAZINE
En 2007, Meiselas y Garnett publicaron un artículo en la revista Harper’s Magazine en el cual exponían ante el público sus argumentos y puntos de vista con respecto a “Joywar”. Garnett explica que después de que Estados Unidos invadiera a Iraq en 2003, su frustración y enojo ante este hecho la motivó a comenzar una nueva serie de pinturas. Como base utilizó fotografías de personas en estados de ánimo extremos. Su criterio principal para escoger las fotografías era estético y no su apego emocional a sus narrativas. Seguidamente explica cómo surgió y evolucionó “Joywar” y luego lanza varias preguntas: ¿Tiene el autor de una fotografía documental el derecho de controlar su contenido indefinidamente? ¿Pueden los artistas decidir quién puede utilizar su trabajo y cómo lo pueden realizar? ¿Pueden las leyes de derecho de autor funcionar de manera distinta a una mordaza? Su ensayo finaliza con una pregunta bastante interesante y meditada, la cual acredita a un bloguero de nombre “nmazca”: ¿Quién es el dueño de los derechos de la lucha de este hombre [refiriéndose a Arauz]? [2] En otra publicación, Garnett reconoce que la fotografía, en términos de expresión artística, es producto de una persona habilidosa con clara simpatía hacia su sujeto, producida en homenaje a una revolución y dedicada a aquellos que sufrieron sus consecuencias. No obstante, en su punto de vista, la transparencia periodística y la expresión artística son difíciles de conciliar a la misma vez. Aunque no lo quiera o no lo pueda ver así, dice que Meiselas estaría cayendo en lo que algunos llamarían la estetización de la violencia. Por tanto, lo que atrajo a Garnett a esta fotografía no era la lucha de Arauz, sino esa estética o belleza mezclada con brutalidad que la fotografía muestra. [1]
Meiselas inicia su ensayo en Haper’s Magazine comentando que nadie puede controlar al arte, y que es muy importante para ella respetar la individualidad de la gente que retrata, las cuales existen en tiempos y lugares específicos. Reconoce que la descontextualización de Garnett es el opuesto a lo que ella realiza con sus imágenes. A continuación, da un contexto histórico a los eventos que sucedían en torno a la imagen de Arauz, y resalta que lo que sucedía no eran motines y que era un momento importante en la historia de Nicaragua. Explica cómo su imagen ha sido recontextualizada para avanzar las causas sandinistas y no sandinistas. Recuerda a los lectores que ha regresado varias veces a Nicaragua a realizar documentales y exposiciones como muestra de su compromiso con la lucha que documentó. Admite que en esta era digital es muy fácil encontrar imágenes sin contexto, pero que los artistas deben luchar para recuperarlo, ya que ellos tienen un contrato social implícito con sus sujetos. Termina su ensayo diciendo que el observar la descontextualización de Pablo Arauz, convirtiéndolo en el emblema de un motín y disminuyendo su acto de resistencia, sin realizar una protesta, sería una traición hacia él. Y con respecto a la demanda, Meiselas agrega que la retiró. [2] En otra ocasión, Meiselas agregó otros detalles con respecto a este conflicto. Agrega que el título de la exposición de Garnett y la descontextualización de la imagen original eran una falta de respeto y restaban dignidad a lo que la fotografía original representa. También afirma que lo que pudo, en un principio, haberse vuelto un esfuerzo colaborativo entre dos artistas, se convirtió en una batalla de derechos de autor en lugar de una discusión sobre los derechos sobre una imagen y la responsabilidad de su representación. [3]
PALABRAS FINALES
Ambas artistas ofrecen argumentos bastante sensatos, y lanzan preguntas que son difíciles o imposibles de responder. Personalmente comprendo bien ambos puntos de vista, y no podría darle toda la razón a una o a otra. Algo interesante en todo esto es que, a pesar del tamaño del conflicto, aparentemente nadie ha tenido la iniciativa de ir directamente con Arauz para preguntarle su opinión al respecto. Viendo la situación desde un punto de vista frío y distante, pareciera ser una lucha de egos entre dos artistas reconocidas, defendiendo sus puntos de vista antes de considerar los pensamientos y sentimientos del verdadero protagonista de la fotografía. Es acá donde es relevante la pregunta que “nmazca” lanzó en su momento. Los protagonistas de fotografías suelen perder su voz en el preciso momento en que son retratados, y sus sentimientos, acciones e intenciones toman tantos significados como el número de personas que los ven. Y desde un punto de vista un poco más filosófico, ¿acaso no todas las fotografías nacen descontextualizadas? Fotografiar es descontextualizar la realidad. Así que desde este punto de vista, tanto Meiselas como Garnett se están expresando bajo los mismos criterios artísticos.
Fuentes
[1] Garnett, J. (2005). Follow the image. Cultural Politics. 1(1):119-134
[2] Garnett, J. y Meiselas, S. (2007, febrero). On the rights of Molotov Man. Harper’s Magazine. pp. 53-58
[3] Meiselas, S. (2016, mayo 17). “Molotov Man” in Context. National Gallery of Art. Recuperado de: https://www.nga.gov/audio-video/video/meiselas-molotov-man.html