Para esta entrada, saldré un poco de mi zona de confort para intentar hablar de una de las fotografías que más importancia han tenido en mi formación como fotógrafo. Usualmente encuentro información acerca de una fotografía o fotógrafo, hago una síntesis de la información, y la presento con citas y fuentes. A pesar de que estuvo en mi lista de las primeras fotografías que deseaba presentar en este blog en 2019, nunca logré encontrar suficiente información confiable como para escribir una entrada sobre ella de la manera usual que tengo de presentar fotografías importantes e icónicas. Sin embargo, no quiero que esto me impida compartirla con ustedes, y es así como llegamos a esta entrada inusual que se sale completamente del formato acostumbrado para este blog.
Hablando de fotografías icónicas o importantes tomadas por otros fotógrafos, sería muy difícil para mí elaborar una lista ordenada o numerada de mis fotografías favoritas. Sin embargo, en una hipotética lista de fotografías que han sido importantes para mí, existe una que definitivamente se llevaría, por mucho, el primer lugar. Siento que no podré explicar mi fascinación por ella sin antes relatar de manera breve cómo me inicié formalmente en la fotografía en el lejano 2010, así que por favor tengan paciencia.
MIS INICIOS EN LA FOTOGRAFÍA
Aunque no existe un solo camino para iniciarse en la fotografía, lo usual es iniciar desde lo técnico (especialmente si se hace de manera formal/académica) antes de pasar a lo artístico, y mi caso no fue la excepción. Mi inicio en la fotografía se dio a partir de dos cursos que tomé en el Club Fotográfico de Guatemala (CFG; motivado por mi papá por cierto, ya que nunca me hubiese iniciado en esto por iniciativa propia). El CFG hace muchísimo énfasis en la técnica, algo que en lo personal me encanta, ya que a mi mente le cuesta menos comprender y asimilar conceptos factuales, objetivos y materiales. Estos cursos eran obviamente muy técnicos, y de manera espontánea, se formó un grupo de estudiantes en el cual nos ayudábamos a poner dichos conceptos en práctica. Poco a poco, este grupo llegó a consolidarse con reuniones semanales en las cuales hablábamos casi exclusivamente de fotografía. Inicialmente, en el grupo solo había estudiantes de los cursos del CFG, pero poco a poco se incorporaron otros fotógrafos con experiencia*.
*Como anécdota aparte, esta asimilación de miembros “externos” nos llevó a liderar al propio CFG como miembros de su Junta Directiva durante un año. Y aunque llevo mucho tiempo de no ver a mis compañeros, tengo muchísimos buenos recuerdos y les guardo un inmenso cariño a todos.
EL “OUTSIDER” Y EL LIBRO
En esta época en la cual comenzábamos a incorporar o a recibir la visita de fotógrafos “externos” a nuestras reuniones semanales, apareció el entonces forastero y mi ahora gran amigo RB**, quien tenía un planteamiento de la fotografía que no hacía énfasis en la técnica, sino en lo conceptual o artístico. Hasta ese momento, mi contacto con la fotografía artística, conceptual o contemporánea era prácticamente nulo. Mi interés en la fotografía seguía girando en torno al perfeccionamiento de la técnica.
**Esta ya es otra historia que probablemente nunca contaré, pero después de mi papá, RB ha sido quien más influencia ha tenido en mi evolución como fotógrafo.
En una de estas reuniones, RB llevó un libro sobre fotografía. Como repito, hasta ese momento mi contacto o interés por la fotografía artística o por la historia de la fotografía era inexistente. Sin embargo, dentro de ese libro vi una fotografía que me desconcertó completamente, y que terminó por cambiar mi planteamiento acerca de la fotografía, mostrándome universos que sigo explorando y que seguiré conociendo mientras me siga considerando fotógrafo.
ANDRÉ KERTÉSZ
Para aquellos veteranos de la fotografía que conocen su historia, la mención de Kertész les dará una clave de la fotografía a la que me refiero. Andor Kertész nació en Hungría en 1894 (falleció en 1985 a la edad de 91 años). Su interés en la fotografía inició tras ver imágenes en revistas húngaras, y siendo un adolescente compraría su primera cámara.
Ya como fotógrafo, sus primeras imágenes entrarían dentro del género de fotografía de calle mezclada con reportaje, ya que no manipulaba las escenas o los negativos o placas (algo muy común en la época). En 1914 es reclutado por el ejército para pelear en la Primera Guerra Mundial, donde continúa fotografiando. Tras el fin de la guerra, sus fotografías comienzan a ser publicadas en su país natal. No obstante, el surgimiento del nazismo y el antisemitismo obligaron a Andor a emigrar a París en 1925, donde se convertiría en André. Debido a sus credenciales periodísticas, logra encontrar trabajo como fotorreportero para publicaciones francesas e inglesas entre otras. En París se encuentra con varios de los artistas más importantes de la época, como BrassaÏ (de hecho, en esa época solo era periodista y fue Kertész quien lo motiva a convertirse en fotógrafo), Berenice Abbott, Man Ray y el pintor Piet Mondrian. [1] De hecho, fue el arte de este último el que inspira a Kertész a cambiar su enfoque hacia la fotografía, y quien siembra la semilla que produce la imagen que he estado mencionando a lo largo de esta entrada y que finalmente desvelo a continuación:
Efectivamente, muchos de ustedes se anticiparon a encontrar esta fotografía. Ahora, para quienes no la conocían, se preguntarán: ¿qué tiene de especial esta fotografía? La respuesta, además de que no soy una persona elocuente, es: no sé. No puedo, y me cuesta, articular el por qué esta imagen ha tenido tanta influencia en mí, y las razones por las cuales me sigue fascinando.
PRIMERAS IMPRESIONES
Regresando a la anécdota del libro, no recuerdo si RB me la mostró directamente o si la encontré hojeándolo, pero en ese momento me impactó por lo simple que es, y por el hecho de que haya sido escogida para presentarse en un libro sobre fotografías guardadas en un museo. ¡Es una simple fotografía de un tenedor! Desde ese momento se alojó en mi mente, y supe que en la fotografía (hablando del arte o técnica, no en esta imagen en específico) había un mundo que no había explorado. La imagen tenía algo especial que la hacía digna de pertenecer a una colección de fotografía artística, pero no entendía por qué y necesitaba respuestas. Admito que por un lado me sentí ignorante y hasta tonto por no entenderla, y esto me motivó a buscar explicaciones. Busqué información acerca de ella en internet, pero sentía que nada o nadie explicaba por qué era “buena” o importante. Recordemos, ¡es un simple tenedor! ¿Qué más puede ser?
A pesar de no encontrar explicaciones, algo que sí logró esa fotografía con claridad fue abrirme la mente a la fotografía artística y conceptual. Como mencioné al inicio, mi mente puede más con lo concreto que con lo abstracto, y al día de hoy me cuesta muchísimo comprender y descifrar el significado detrás de obras de arte de cualquier tipo, desde fotografías hasta letras de canciones o poemas. Sin embargo, a partir de mi introducción a esta fotografía, esta búsqueda de significados se ha vuelto un proceso intelectualmente estimulante, más que tedioso o frustrante.
EL TENEDOR SEGÚN KERTÉSZ
La única cita de Kertész que he encontrado acerca de esta fotografía habla sobre cómo logra abstraer al objeto a través de geometría y luz: “Tuve éxito en representar al objeto con la poderosa evocación de la sombra, la luz y la línea de la forma más directa y completa posible.” [2] Siguiendo este pensamiento, el poder de la imagen viene de la elegante simplicidad de formas, el manejo de la luz y la visión artística que ve el potencial de las sombras profundas como contrapeso de las luces que dominan la imagen, mismas sombras que, al curvarse sobre el plato, también sugieren la tridimensionalidad de la escena y hasta la proyectan sobre el medio bidimensional al que estamos obligados a verla.
LECCIONES FINALES
En esta búsqueda de respuestas en libros y en el internet que realicé tratando de entender esta imagen me terminé dando cuenta de dos cosas. La primera es que hay que aceptar que hay cosas que no pueden explicarse por la razón que sea, y eso está bien. Esta fotografía sigue teniendo ese elusivo je ne sais quoi que no sé si algún día encontraré o podré articular. Lo intenté en esta entrada, y no sé si tuve éxito en dar a entender mis opiniones acerca de ella. La segunda es, que esta búsqueda fue una enorme pérdida de tiempo. Desde el inicio debí enfocarme en lo que me hizo sentir y en las posibilidades que me abrió, en vez de buscar lo que otros tenían que decir acerca de ella. La respuesta ha estado, desde el inicio, adentro y no afuera.
Gracias por leerme. Les deseo muchos tenedores.
Hasta la próxima.
GEPJ
Fuentes