Julio Cortázar (1914-1984) es un argentino (nacido en Bruselas y nacionalizado francés unos años antes de fallecer) reconocido como uno de los escritores más importantes de la literatura latinoamericana y mundial. Aunque se desarrolló y destacó como escritor, tenía dos pasiones que frecuentemente hilvanaba en su escritura: el jazz y la fotografía (la cual también practicaba). Como es de esperar, en esta otra entrega sobre escritores fotógrafos hablaré brevemente de su estrecho vínculo con este arte visual.
CORTÁZAR Y LA FOTOGRAFÍA
Resulta que esta no es la primera vez que hablo del vínculo entre Cortázar y la fotografía. En una ocasión, publiqué una entrada sobre Blow-Up, la película de Michelangelo Antonioni basada en el cuento de Cortázar “Las Babas del Diablo”, para el cual Sergio Larraín sirvió como inspiración (el cuento relata la historia de un fotógrafo chileno viviendo en París).
OTROS ESCRITOS
Dentro de la obra de Cortázar destaca otra historia corta relacionada con la fotografía que tiene cierta similitud con “Las Babas del Diablo” en cuanto a hechos misteriosos que inician al ampliar una imagen. En “Apocalipsis en Solentiname”, el protagonista (Cortázar en modo semiautobiográfico) toma unas fotografías (diapositivas) de obras de arte locales y de la vida cotidiana, las cuales se convierten, para él y no para su pareja, en imágenes de violencia y muerte al ser proyectadas de regreso en su domicilio en París*.
*El cuento/relato está influenciado por las tensiones reinantes durante la década de los 70, probablemente por la Guerra de Vietnam y definitivamente por el asesinato del poeta salvadoreño Roque Dalton (“… vi que el muchacho era Roque Dalton, y entonces sí apreté el botón [para cambiar de diapositiva] como si con eso pudiera salvarlo de la infamia de esa muerte”) y la situación política en Latinoamérica, incluyendo Guatemala (“… esa vida en permanente incertidumbre… vida rodeada de miedo y de muerte, vida de Guatemala…”).
Aunque el enfoque no está en lo fotográfico, en “Turismo aconsejable”, el protagonista visita Calcuta con su Contaflex, describiendo las míseras condiciones de vida de sus habitantes (“Usted ha entrado en el infierno por nada más que cinco rupias…”).
FOTOLIBROS
Cortázar también tuvo colaboraciones con fotógrafas, aportando sus talentos literarios para dar contexto a fotografías. En el ensayo “Estrictamente no profesional”, escribe acerca de las fotografías que Sara Facio y Alicia D’Amico tomaron en un hospital psiquiátrico, las cuales eran parte del libro “Humanario” (1976)**. En “Alto el Perú” (1984), Cortázar escribe acerca de las fotografías de Manja Offerhaus en dicho país.
**El libro fue censurado antes de ser publicado, y el ensayo se publicó bajo ese título en el libro “Territorios” (1978).
PENSAMIENTOS SOBRE FOTOGRAFÍA
Como intelectual, pero también como fotógrafo practicante, Cortázar tenía opiniones bastante interesantes y perspicaces acerca de la fotografía. En esta sección comparto algunas de ellas.
Con respecto a su propia experiencia como fotógrafo y de su filosofía acerca de la fotografía, comenta que “[D]esde muy joven, cuando empecé a trabajar y tuve dinero para comprar un pequeño aparato fotográfico muy malo, empecé a sacar fotos de manera bastante sistemática tratando de perfeccionarme. Y luego tuve una segunda cámara que era un poco mejor. Con ésa ya hice buenas fotos en la época. El motivo no te lo puedo explicar. Yo pienso que en el fondo es un motivo bastante literario. La fotografía es un poco la literatura de los objetos. Cuando tú sacas una foto, hay una decisión de tu parte. Tú haces un encuadre, pones algunas cosas y eliminas otras. Y el buen fotógrafo es ese hombre que encuadra mejor que los otros. Y además que sabe elegir al azar y allí entra el surrealismo en juego. Cada vez que yo he tenido una cámara en la mano y he visto juntarse dos o tres elementos incongruentes, por ejemplo, un hombre que está de pie y por un efecto de sol la sombra que proyecta en el suelo es un gran gato negro, pues eso me parece maravilloso si uno puede fotografiarlo. En el fondo estoy haciendo literatura, estoy fotografiando una metáfora: el hombre cuya sombra es un gato. Yo creo que es por el camino literario que fui a la foto.” Citado en [1]
En su ensayo “Ventanas a lo insólito”, Cortázar expande sus pensamientos acerca de la fotografía. Vale la pena leerlo en su totalidad, pero hay algunas citas que resaltan. Después de explicar cómo él mismo trabajaba en el cuarto oscuro, comenta que “Los negativos pueden ser leídos por los profesionales, pero sólo la imagen positiva contiene la respuesta a esas preguntas que son las fotos cuando el que las toma interroga a su manera la realidad exterior.”. También comenta que “Lo insólito no se inventa, a lo sumo se lo favorece, y en ese plano la fotografía no se diferencia en nada de la literatura y del amor, zonas de elección de lo excepcional y lo privilegiado.” En cuanto a su gusto por ver fotografías, expresa: “De alguna manera, la exploración de cualquier fotografía es infinita puesto que admite, como todas las cosas, múltiples lecturas, y lo insólito se sitúa casi siempre en la más prosaica y la más inocente.”
En otra ocasión, Cortázar incluso comparó a las historias cortas con la fotografía, diciendo: “…a mí siempre me ha sorprendido el que [el fotógrafo profesional] se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier Bresson o de un Brassaï definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el campo abarcado por la cámara… en una fotografía o en un cuento de gran calidad se precede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de la anécdota visual o literaria con tenidas en la foto o en el cuento.” [2]
EL CORTÁZAR FOTÓGRAFO
Cortázar incluyó algunas de sus propias fotografías en sus libros, incluyendo “La vuelta al día en ochenta mundos” (1969), “Prosa del observatorio” (1972) y “Los autonautas de la cosmopista” (1983). En el primero, sus textos se acompañan de imágenes e ilustraciones de todo tipo, e incluye una fotografía de su gato, Teodoro W. Adorno (obviamente en honor al filósofo y crítico del mismo nombre). En el segundo (donde habla de anguilas y la ciencia entre otras cosas), incluye fotografías del observatorio del Maharaja Jai Singh que el propio Cortázar tomó, siendo este el único libro donde ambos textos y fotografías son enteramente suyos. En el tercero, Cortázar y su esposa Carol Dunlop documentan en textos y en fotografías un viaje de París a Marsella. Clave para los pie de foto: “Osita” = Dunlop, “Lobo” = Cortázar, “Dragón” = la combi Volkswagen en la que viajaban. Lamentablemente, Dunlop fallecería el año antes de la publicación del libro y Cortázar un año después.