Aunque no fue el primero (Thomas Annan y Jacob Riis son dos fotógrafos que ya lo habían hecho), Lewis Hine logró utilizar el poder de la fotografía para impulsar cambios sociales, un concepto relativamente nuevo en el proceso de crecimiento de la fotografía como medio de comunicación. En esta entrada hablo de su vida y de una de sus fotografías más impactantes e influyentes.
Hine tuvo una serie de vivencias (también historias familiares*) que definitivamente formaron su visión del mundo, volviéndolo una persona sensible, trabajadora, empática y comprometida. A la edad de 18 años tuvo que comenzar a apoyar económicamente a su madre y hermana a partir de la muerte de su padre. Después de trabajar un tiempo como cargador de muebles, la compañía para la cual trabajaba quebró debido a problemas económicos que azotaron Estados Unidos en esa época. Esto obligó a otras empresas a despedir a sus empleados y, en muchas ocasiones, contratar a niños para así poder pagar sueldos menores (un hecho que sin duda alguna dejó una marca en él). Un periódico local se lamentaba de esto, llegando a exclamar: “¡Pongan a los hombres a trabajar y dejen que los bebés vayan a casa!”. Para subsistir trabajó como leñador, mensajero, vendedor de filtros de agua de puerta en puerta y luego conserje y secretario en un banco. Un día conoció a Frank Manny, un profesor de educación en el State Normal School de Oshkosh, Wisconsin, su ciudad natal y donde aún vivía en el momento. Manny lo convenció para que dejara de trabajar y comenzara a estudiar en la Normal School a la edad de 25 años. Después de un año siguió sus estudios en Chicago [1].
*Su madre hablaba muy bien el español e impartía clases de idioma. También es curioso saber que sus padres vivieron aproximadamente 5 años en Costa Rica en la década de 1860 (14 años antes de que naciera), ya que su tío vivía ahí [2]. Es probable que hoy en día existan “ticos” con vínculos familiares con Hine.
Años más tarde, cuando Manny fue designado como superintendente en la Ethical Culture School de Nueva York, Hine fue invitado a formar parte de la facultad como profesor en temas de geografía y naturaleza. Aprovechando la oportunidad, obtiene una maestría en educación en la Universidad de Nueva York [1].
Alrededor de la edad de 30 años comienza a fotografiar, ya que Manny quería documentar la vida estudiantil y no había otra persona para hacerlo. Hine nunca había tomado fotografías, pero creó un club de fotografía y un cuarto oscuro donde él y sus estudiantes aprendieron juntos [1].
Unos años después (en 1907), Hine y su esposa pierden a su primera hija tres días después de nacer. Algo similar sucedería en 1911, con la muerte de su primer hijo siete meses después de nacer [2]. Estos trágicos eventos también explican el compromiso que Hine tuvo para luchar por los derechos de los niños.
A medida que sus habilidades fotográficas mejoraban, obtenía encargos de la Child Welfare League, la National Consumers League y el National Child Labor Committee (NCLC). La experiencia de fotografiar las condiciones deplorables de vivienda y trabajo de familias enteras lo conmovieron mucho. Cuando el NCLC le ofreció un trabajo de tiempo completo como fotógrafo para documentar el trabajo infantil, no lo dudó y renunció a su trabajo de profesor [1].
El trabajo de Hine no fue sencillo. Los dueños y administradores de lugares de trabajo no lo dejaban fotografiar a los niños, por lo que tenía que pretender ser inspector, vendedor de seguros o fotógrafo industrial para poder lograr el acceso a los lugares y fotografiar a sus sujetos. Además de sus fotografías, Hine llevaba un control sobre las edades, alturas, salarios, escolaridad y otros datos de los niños que fotografiaba [1].
BREAKER BOYS
Un “breaker boy” tenía la tarea de separar las impurezas del carbón que salía de un “coal breaker” (rompedor de carbón). Las condiciones de trabajo eran deplorables. Un autor las describía así: “Durante diez u once horas al día los niños de diez y once años se agachan sobre la canaleta y recogen … las impurezas del carbón a medida que éste pasa hacia lavadoras… El carbón es duro, y los accidentes en las manos como cortaduras, fracturas o dedos aplastados son comunes entre los niños. Algunas veces hay peores accidentes: se escucha un alarido aterrorizado y un niño es desgarrado y mutilado por la maquinaria, o desaparece en la canaleta para luego ser encontrado asfixiado y muerto.” [3] Muchos niños desarrollaban problemas respiratorios. Uno de los capataces encargados de supervisar el trabajo dijo a Hine: “…apuesto a que puede palear cincuenta libras de polvo de carbón de sus entrañas” [1].
Las fotografías de trabajo infantil que Hine tomó no solo en las minas de carbón, sino también en fábricas, calles y campos de cultivos (entre otros) ayudaron a dar visibilidad a un problema que mucha gente ignoraba. Su trabajo apoyó esfuerzos que dieron lugar a la creación de una agencia gubernamental dedicada a proteger el bienestar de los niños y también a la creación de legislación para el mismo propósito [1] [2].
Lewis Hine dejó de trabajar para el NCLC en 1918, cuando aceptó una misión de la Cruz Roja Americana para fotografiar refugiados y esfuerzos de socorro en Europa después de la Primera Guerra Mundial. Al regresar a Estados Unidos su influjo de trabajo fue disminuyendo considerablemente, al punto de perder todo, muriendo en la pobreza a la edad de 66 años, un año después de la muerte de su esposa [1].
Fuentes
[1] Freedman, R. y Hine, L. (1994). Kids at work: Lewis Hine and the crusade against child labor. Nueva York: Clarion Books.
[2] Duerden, T. (2018). Lewis Hine: photographer and American progressive. Jefferson, Carolina del Norte: McFarland & Company, Inc.
[3] Spargo, J. (1906). The Bitter Cry of the Children. Nueva York: The Macmillan Company.