Daniel Hernández-Salazar (1956- ) es uno de los fotógrafos más importantes de nuestro país. Aunque inició su carrera fotográfica como periodista para agencias internacionales como Agence France Press, Reuters y Associated Press, su trabajo fue adoptando poco a poco un corte más artístico, dejando imágenes memorables e icónicas en ambos géneros.
Las buenas fotografías suelen hablar por sí mismas, y la fotografía que presentaré en la próxima entrada no es la excepción. No obstante, debido a su naturaleza tanto artística como documental e histórica, y para informar a quienes desconocen la historia reciente de nuestro país, brindaré de una manera breve y decididamente sobre simplificada los antecedentes históricos que dan valor, significado y contexto a la imagen.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO
El proyecto fotográfico al cual pertenece la fotografía hace alusión al conflicto armado interno que devastó nuestro país desde inicios de los años 60 hasta la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 (de hecho, muchos de los males que padecemos hoy en día en nuestra sociedad son consecuencia directa de este conflicto). Sus orígenes los podríamos encontrar en la conquista de América en 1492, o en la firma de nuestra independencia en 1821, o en la llegada de Justo Rufino Barrios al poder hacia el fin del siglo XIX y en sus políticas a favor de la oligarquía, o con las concesiones que el dictador José Manuel Estrada Cabrera otorgó a la United Fruit Company (UFCO) y a otras transnacionales a principios del siglo XX, o en la Revolución de 1944 que dio lugar a una llamada “primavera democrática” de diez años que comenzó con la presidencia de Juan José Arévalo Bermejo*. Para lo que nos concierne, iniciaremos con el fin de la presidencia que sucedió a la de Arévalo.
*Su hijo, César Bernardo Arévalo de León, es el presidente electo de nuestro país. Es más, Daniel Hernández-Salazar se encuentra documentando su vida y documentará su presidencia cuando asuma el cargo en enero de 2024.
ÁRBENZ Y LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Tras ganar limpiamente las elecciones de 1950, Juan Jacobo Árbenz Guzmán asumió la presidencia del país en 1951. Tras promulgar una serie de políticas que afectaban a ciertos grupos, incluyendo a la UFCO de capital estadounidense, se gestó un golpe de estado orquestado por la CIA** en 1954. Este golpe se da para proteger los intereses económicos y políticos de los estadounidenses dentro del marco de la guerra fría, donde el comunismo era visto como un flagelo que debía eliminarse a toda costa.
**La operación se llamó PBSUCCESS y fue una versión “mejorada” de la Operación Cóndor. Por cierto, el propio Che Guevara se encontraba de visita en Guatemala mientras se daba el golpe de estado.
Luego de la inestabilidad política que generó el golpe de estado, comenzaron a surgir grupos armados que deseaban tomar el poder que los militares controlaban. Estas guerrillas crecieron tanto, que pronto se volvieron una amenaza para los gobiernos de turno. Con el apoyo de Estados Unidos y bajo el pretexto de eliminar al comunismo, el poder militar inició políticas contrainsurgentes cuyo propósito no era solo neutralizar a las guerrillas, sino también a todo aquel que se considerara ayudante o simpatizante de ellas. Aunque estas estrategias represivas también se llevaron a cabo en centros urbanos, las operaciones (masacres) más crueles y sangrientas sucedieron en zonas rurales, cuya población era casi exclusivamente indígena.
Dentro de estas estrategias o políticas que el ejército guatemalteco implementó, se encontraban las de tierra arrasada, cuyo resultado era el asesinato de comunidades enteras. Los cadáveres eran luego desechados en fosas comunes ya sea en la misma comunidad o en destacamentos militares. Estas políticas tuvieron su punto más álgido en los años 80, específicamente durante los gobiernos de Fernando Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt***.
***Hernández-Salazar documentó el juicio histórico (con un desenlace agridulce) contra Ríos Montt por genocidio y crímenes contra la humanidad. La película “La Llorona” (2019), del también guatemalteco Jayro Bustamante, ofrece una versión ficticia de lo que Ríos Montt vivió durante este juicio. Una de las fotografías que se utilizaron para promover la película fue tomada por, ¡oh sorpresa!, Hernández-Salazar. Cabe mencionar que la hija de Ríos Montt también ha sido candidata a la presidencia de Guatemala. Y para finalizar esta nota, hago de nuevo un vínculo a la entrada sobre Helen Zout, ya que ahí también menciono el involucramiento de Estados Unidos y Argentina en la política de tierra arrasada.
Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH; formada por Naciones Unidas), este conflicto dejó 200,000 muertos y 100,000 desplazados. Según el informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REHMI; también conocido como Guatemala: Nunca Más), el conflicto dejó 200,000 muertos y 1 millón de desplazados.
Este último informe surgió en la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), liderada por Monseñor Juan José Gerardi Conedera. Dos días después de la publicación del informe, Gerardi fue brutalmente asesinado bajo circunstancias misteriosas****.
****Y en un giro inesperado demostrando que la realidad puede, por mucho, superar a la ficción, el sucesor de Gerardi al mando de la ODHAG fue nada más y nada menos que Mario Enrique Ríos Montt, hermano de Efraín. Un excelente documental acerca de este asesinato puede verse legalmente a través de este vínculo.
Y es con este último informe que volvemos a la fotografía de Hernández-Salazar, la cual finalmente conoceremos en la próxima entrada.