La confesión. Saavedra (Lugo) (1980)

Su carrera profesional da inicio en 1973, a partir de una beca de la Fundación Juan March que recibe para documentar festividades y costumbres españolas tanto paganas como religiosas, algo que continuaría durante quince años y que culminaría con la publicación del libro “España oculta” en 1989, la obra que la da a conocer a nivel mundial. Ese mismo año, el libro gana el “Prix du livre” en el festival fotográfico “Rencontres d’Arles”, uno de los más prestigiosos en el mundo. Es interesante saber que a pesar de la calidad monumental del libro, García Rodero no lo considera como su mejor trabajo [2], [3]. Continuando con la misma temática, ese mismo año iniciaría otro proyecto apoyado por el premio W. Eugene Smith Fund [4], que apoya trabajos de corte humanista. Aunque los proyectos documentales suelen encontrar su fortaleza en el conjunto y no en sus imágenes individuales, García Rodero posee un ojo increíble que hace que sus fotografías sean un deleite en términos de temática y de estética. Y al igual que otros fotógrafos documentales como Graciela Iturbide, en su trabajo se siente la cercanía y el respeto con los cuales estudia y retrata a sus sujetos.

LA FOTOGRAFÍA DE LA ENTRADA

García Rodero tiene una memoria muy vívida acerca de esta fotografía. Ella recuerda que fue un 24 de mayo, el día que se celebra la romería de la Virgen de los Milagros de Saavedra. Comenta que en ese momento había más o menos cinco confesionarios y había dos filas de mujeres a los lados del confesionario que aparece en la imagen. Se encontraba esperando a que llegara alguien que le “dijera” algo o la emocionara en términos artísticos fotográficos cuando apareció la anciana de la fotografía, a quien tomó muchas fotografías. Mientras fotografiaba, el sacerdote la observó y ambos se pusieron nerviosos, razón por la cual él aparece viendo hacia la cámara con la mano en su rostro. Un tiempo después, García Rodero regresó a la aldea para obsequiarle una impresión de esa fotografía que “… le ha dado muchas alegrías…” pero al llegar se enteró de que había sido atropellado [5].