En las últimas dos entradas he hablado de artistas que han dejado su huella en la fotografía sin necesariamente ser fotógrafos, algo que ellos mismos han expresado. Y aunque muchos reconocen su nombre principalmente como fotógrafo, en la entrada de hoy hablamos de la imagen más conocida de quien pasó casi toda su vida en el anonimato, considerándose a sí mismo un pintor.
Jacques-Henri Lartigue (1894-1986) nació dentro de una familia pudiente, algo que le dio la oportunidad de practicar la fotografía desde una temprana edad, primero con la cámara de su padre y luego con una propia a la edad 8 años. A la vez, sus conexiones familiares le brindaron acceso exclusivo a gente y eventos importantes, algo que aprovechó en su práctica fotográfica*. [1]
*Al no ser un pintor particularmente reconocido y sin ser considerado fotógrafo, fueron sus conexiones familiares las que le dieron la oportunidad de conocer (y por ende fotografiar) a personajes como Picasso, Jean Cocteau y John F. Kennedy.
DESCUBRIMIENTO
No fue sino hasta 1962, después de un encuentro con John Szarkowski (curador de fotografía del MoMA), que el trabajo de Lartigue comenzó a ganar notoriedad**. Antes de este encuentro, Lartigue era tan solo un pintor casi completamente desconocido con una afición por la fotografía. Su obra comenzó a conocerse no solo a través de la exposición que Szarkowski organizó en 1963, sino también por la publicación de algunas de sus imágenes en la revista LIFE. Adicionalmente, Lartigue obtuvo la ayuda de nada más y nada menos que Richard Avedon para publicar un libro donde no solo mostraba sus fotografías, sino también las entradas de un diario que escribía (donde también incluía bocetos) con información acerca de sus imágenes. [1]
**Este encuentro fue precedido por otro encuentro casual e inesperado en Nueva York entre Lartigue y su tercera esposa y Charles Rado, fundador de la agencia fotográfica Rapho. Fue Rado quien quedó impresionado con la muestra del trabajo que Lartigue llevaba consigo, y fue quien mostró el portafolio a Szarkowski. En ningún momento Lartigue pretendió mostrar su trabajo durante su viaje. [2]
Curiosamente, después de su descubrimiento obtuvo sus primeros trabajos como fotógrafo, llegando incluso a ser invitado por el presidente francés Valéry Giscard d’Estaing para que tomase su retrato. Cuando Lartigue respondió que no era un fotógrafo oficial, d’Estaing declaró que esa era precisamente la razón por la cual quería que le hiciera una fotografía. [1]
ESTILO
Debido a la edad a la cual comenzó a fotografiar, Lartigue se dedicó a documentar lo que sucedía en su entorno inmediato y familiar. Sin embargo, algo que resalta en su obra no es solo el humor, inocencia, carácter juguetón y ligereza de las situaciones que documentaba, sino también su predilección por el movimiento y la acción, capturando de excelente manera situaciones dinámicas y llenas de energía.
LA FOTOGRAFÍA
Tal y como lo indican las notas que el propio Lartigue escribió***, la imagen fue tomada un 26 de junio de 1912, durante el segundo día de una carrera del Club de Automovilismo de Francia (ACF por sus siglas en francés). Es la más peculiar de las 169 que tomó durante el evento. [2]
***En su diario también escribió: “En el Gran Premio de la A.C.F. Me alegró mucho conseguir este primer plano de un corredor en un Delage a toda velocidad.” [3]
Lo que más llama la atención de esta imagen es la distorsión que la cámara (específicamente, el obturador) genera en las llantas y en los espectadores. La cámara utilizada (una Ica Reflex 3 ½ x 4 ¾) utilizaba negativos de vidrio, y estaba equipada con un lente Zeiss Tessar f/4.5 de 150 mm. [2] Su obturador es plano focal**** horizontal, cuyo mecanismo generó la distorsión mientras Lartigue seguía al automóvil con la técnica que hoy conocemos como “panning”. Acá hay una excelente animación que explica cómo se dio la distorsión.
****El mismo Ansel Adams le preguntó a Lartigue si había usado un obturador plano focal, a lo que este respondió “¡Sí! ¡Fue de manera intencional!”. [4] Así que en cierto modo, Lartigue “previsualizó” (usando el propio lenguaje fotográfico de Adams) el resultado final de la fotografía.
Fuentes
[1] Warren, L. (2006). Encyclopedia of twentieth-century photography. Nueva York, NY: Routledge
[2] Koetzle, H.-M. (2019). Photo icons. 50 landmark photographs and their stories. Colonia, Alemania: Taschen
[3] Lartigue, J.-H. (1978). Diary of a century. Nueva York, NY: The Viking Press Inc.
[4] Adams, A. (1983). Examples: The Making of 40 Photographs. Nueva York, NY: Bulfinch Press