Walker Evans (1903-1975) fue un fotógrafo estadounidense, reconocido como uno de los más importantes dentro del género documental. Su trabajo más reconocido lo hizo para la Farm Security Administration (FSA) durante la Gran Depresión, complementando el trabajo de otros grandes fotógrafos como Arthur Rothstein Carl Mydans y Gordon Parks entre otros. Tiene el honor de ser el primer fotógrafo a quien se le otorga la primera exposición individual en el MoMA en 1938. Dos años más tarde, recibiría la primera de tres Becas Guggenheim que le fueron otorgadas (las otras dos las recibió en 1941 y 1959). Aparte de estos logros, el libro que escribió junto a James Agee es considerado como uno de los más importantes no solo dentro de la fotografía, sino también en la literatura norteamericana y es en el cual se publica por primera vez la fotografía de esta entrada.
GÉNESIS DEL PROYECTO
Entre julio y agosto de 1936 (en medio de la Gran Depresión), Evans y el escritor James Agee viajaron al Sur de los Estados Unidos (Alabama) para preparar un artículo para la revista Fortune en el cual, a petición de la revista, documentarían la vida de una familia de agricultores blancos. Evans se encontraba colaborando con Agee/Fortune con autorización de la FSA. Tanto Agee como Evans pensaron que su trabajo sería un poco más representativo si trabajaban con tres familias en lugar de solo una, y eso fue lo que finalmente realizaron, viviendo con ellas durante casi un mes. [1] Estas familias vivían bajo un contrato de aparcería, el cual les permitía vivir y trabajar en tierra que no les pertenecía a cambio de un porcentaje de la producción que generaban a través de la agricultura. A pesar de tener un techo dónde vivir y tierra qué trabajar, estas familias vivían en una pobreza extrema y con el conocimiento de que en cualquier momento podían ser desalojadas.
De regreso a casa, y luego de mostrar su trabajo a la revista, Agee y Evans tuvieron que aceptar la decisión de los editores de no publicar su ambicioso trabajo (Agee comenta que el libro “se trata de una investigación independiente sobre ciertos predicamentos normales de la divinidad humana”). Sin embargo, sí obtuvieron la autorización para publicarlo independientemente. Originalmente el trabajo tendría tres volúmenes y se llamaría “Tres familias arrendatarias”, aunque finalmente solo se publicó uno en 1941 intitulado “Let us now praise famous men” (un título tomado del texto bíblico Eclesiástico 44, el cual comienza con: “Voy a hacer el elogio de los hombres buenos, nuestros antepasados de épocas diversas.”). El libro en sí tiene una estructura muy poco convencional, con las fotografías presentadas en la primera parte del libro sin títulos o descripciones y una segunda parte en la cual Agee no solo documenta lo que vivió, pensó y sintió durante su estadía con las familias, sino donde también incluye un poema dedicado a Walker Evans, respuestas que hizo de un cuestionario (sin relación alguna con su viaje) e incluso unas páginas introduciendo el trabajo de Margaret Bourke-White. Es en este libro donde se publica la fotografía de esta entrada. [1]
LA FOTOGRAFÍA
Agee y Evans se alojaron con la familia Gudger*. George era el padre y Annie Mae era la madre, la protagonista de la fotografía. Tenían 4 hijos: Maggie Louise de 10, Jr. de 8, Burt Westly de 4 y Valley Few de 20 meses. Annie Mae tenía 27 años cuando fue retratada por Evans. La versión de la fotografía destacada es la que apareció en el libro. La otra versión fue mostrada en la exposición del MoMA de 1938. Aunque Evans también usó una Leica durante este viaje, la fotografía destacada fue tomada con placas 8” x 10” y sin flash. La de la exposición del MoMA sí tiene flash, visible a través de la sombra proyectada sobre la madera y por el destello que brilla en sus ojos. Al inicio, Annie Mae se rehusaba a ser fotografiada, escondiéndose si Evans intentaba retratarla (una situación que incluso fue fuente de humor en la familia). Finalmente, un domingo aceptó ser retratada, principalmente por la afinidad que sentía por Agee. Evans tomó 4 fotografías, de las cuales se conocen dos. Evans recuerda que ella hizo un esfuerzo por no sonreír para no mostrar sus dientes. [2] Por mérito propio y probablemente también por la similitud que tiene con esta otra fotografía, esta y la de Dorothea Lange se convirtieron, junto con la de Margaret Bourke White, en las fotografías más representativas de la Gran Depresión en Estados Unidos.
*Los nombres (y también lugares) fueron alterados para proteger su identidad. Su verdadero apellido era Burroughs. George era en realidad Floyd, Annie Mae era en realidad Allie Mae, George Jr. era Floyd Jr., Maggie Louise era Lucille, Burt Westly era Charles y Valley Few “Squinchy” era Othel Lee “Squeaky”.
Lamentablemente para Agee, su trabajo fue reconocido y admirado hasta después de su muerte en 1955. “Let us now praise famous men” fue prácticamente un fracaso y no fue sino hasta 1960 que comenzó a ser reconocido como un clásico de la literatura norteamericana. Además, se convertiría en el primer escritor en recibir un Premio Pulitzer póstumo (en 1958) por su novela “A death in the family” (irónicamente, su prematura muerte y este premio fueron los que rescataron a “Let us now praise famous men” de su tumba literaria y del olvido). Eventualmente, a principios de este siglo se encontró un manuscrito de Agee que seguramente era parte los tres volúmenes originales (aunque en realidad es muy similar al libro original), el cual se publicó en 2013 bajo el nombre de “Cotton tenants. Three families” y donde sí utiliza los nombres reales de los protagonistas. [3]
SECUELAS
A pesar del aparente respeto, pasión y empatía** con los cuales abordaron el encargo, las familias retratadas en el libro tienen sentimientos encontrados con respecto al trabajo de Agee y Evans. En su libro “And their children after them” (1989; con un prefacio de Carl Mydans y un libro que por su parte también ganó un Premio Pulitzer en 1990), Dale Maharidge y el fotógrafo Michael Williamson revisitan a las familias destacadas en “Let us now praise famous men” para dar un seguimiento a sus vidas. Para principiar, la propia Ellie Mae admite que nunca tuvo problemas con el libro. Comenta que su hijo Junior y otros demandaron (o quisieron demandar) a Agee y Evans pero ella “…no quería lastimarlos, porque se portaron muy bien conmigo”. Una de sus hijas (Lucille) aparentemente tenía mucha estima por Agee, y su familia recuerda que jamás tuvo sentimientos negativos contra el libro. Por otro lado, su hijo Floyd lo odiaba. Dijo que hizo ver a su familia como esclavos. Pero más allá de eso, su rabia seguramente tiene su origen en la manera que Agee lo describe (Junior apenas tenía 8 años cuando Agee escribió acerca de él). En un pasaje del libro, lo describe como “…envidioso, perezoso, malicioso…”. En otro, Agee reporta que accedió al tercer año de estudios solo porque la ley en Alabama obligaba la promoción de los estudiantes tres años después de cursar (perder) el mismo grado, e insinúa que tal vez era incapaz de “aprender”, que tenía un “problema especial” y que los maestros de enseñanza pública no tenían la capacidad de enseñar a alguien como él. Cuando Maharidge y Williamson hablaron con él, la conversación fue bastante tensa, ya que seguía muy molesto y pensaba que se aprovecharían de él una vez más como Agee y Evans lo hicieron años atrás. En cuanto a las otras familias, algunos de los hijos pensaban que sus padres habían sido engañados por Agee y Evans, otros pensaban que el libro era un reflejo preciso de la explotación bajo la cual vivían en esa época y otros se rehusaron a hablar con Maharidge y Williamson. [4]
**Aparte de estas actitudes, Agee pagó por su estadía a la familia, y durante unos les envió pequeños regalos e incluso un poco de dinero extra. [4]
En otra ocasión, Ellie Mae dijo: “Fueron muy dulces y me encariñé con ellos… Confiaba en ellos.” También confirma que “Han hecho bendiciones para mí. Siempre traían comida para nosotros…” Compara también la reacción de dos de sus hijos. Uno se siente orgulloso de que la fotografía de su padre aparezca en un libro con la palabra “famosos” en el título, mientras que otro quería poner una demanda, diciendo que no debían haber publicado fotografías de ellos de la manera en que lo hicieron, pero Ellie Mae dijo que “no le importaba. Era la verdad”. [2]
En 2005, el periodista David Whitford hizo otro seguimiento a las familias. Logró hablar con Charles, quien después de todos estos años seguía molesto con Agee y Evans. “Ni siquiera recibimos una copia del maldito libro” dijo. Uno de los hijos de Floyd, Phil, también habló con Whitford. Recuerda la animosidad con la cual su padre hablaba del libro, y piensa que su enojo estaba muy justificado. “Sé que [mis abuelos] eran muy pobres, sin lugar a dudas, pero no eran ignorantes, y definitivamente no eran perezosos”, de nuevo aludiendo a las palabras que Agee reservó exclusivamente para Floyd y no para la familia o familias enteras. En cambio, uno de los propios hijos de Phil ofrece una perspectiva un poco más positiva del legado del libro y de su familia. En ese entonces un adolescente, comprende que su vida es mucho más fácil que la de sus bisabuelos, y que el ejemplo que le dejaron es el de luchar sin rendirse, tal y como lo hicieron ellos. Whitford también habló con otra de las niñas de otra familia que aparece en el libro. Ella comenta: “Realmente deseo que nunca hubiesen aparecido… Después de ese libro tacharon a mi madre de mentirosa y cosas por el estilo. No me gustó”. Otro de los niños que aparece en las fotografías de Evans ofrece opiniones interesantes acerca de la vida en esa época. Primero recuerda lo difícil que era su vida debido a la pobreza en la que vivían. Recuerda ver a su padre llorar al saber que no tenía los medios para dar de comer a sus hijos, y también recuerda al terrateniente como una persona malvada. “Si tuviera que resumirlo todo, es una forma de esclavitud que existió. Eso es todo lo que era.” También explica otras de las consecuencias de la pobreza que vivían. “Mucha gente empezó a salir de ese tipo de cosas durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos de los más jóvenes se fueron. Generalmente la forma más rápida de salir de algo así era el ejército. Supongo que esa es una de las razones por las que no tuvieron problemas para llenar las filas con gente de Alabama, Georgia, Misisipi.” Menciona también que la situación no era muy diferente a la de los afroamericanos***. [5] Y aunque Agee y Evans trabajaron directamente con blancos, Agee escribió con empatía acerca de los afroamericanos y no se olvidó de ellos al escribir el libro.
***Agee escribe varias veces la famosa palabra odiosa y ofensiva que comienza con “n” para referirse a los afroamericanos, transcribiendo las conversaciones que tuvo con algunas personas y disculpándose en su momento por usarla. Y en un detalle que podría eliminar un poco la empatía hacia la familia Burroughs, Agee comenta que un gato negro que les pertenecía precisamente tenía como nombre esa palabra.
Fuentes
[1] Agee, J. y Evans, W. (1960). Let us now praise famous men. Cambridge, MA: The Riverside Press
[2] Thompson, J. (20112). The Story of a Photograph: Walker Evans, Ellie Mae Burroughs, and the Great Depression. Now and Then Reader
[3] Summers, J. (Editor). (2015). Cotton tenants. Three families. Brooklyn, NY: Melville House Publishing
[4] Maharidge, D. y Williamson, M. (1989). And their children after them. Nueva York, NY: Pantheon Books
[5] Whitford, D. (2005, septiembre 19). The Most Famous Story We Never Told. Fortune. Recuperado de: https://fortune.com/2005/09/19/fortune-walker-evans-james-agee-sharecroppers/