Manuel Álvarez Bravo (1902-2002) colaboró con algunos de los artistas mexicanos más reconocidos del siglo XX, como Diego Rivera, Frida Khalo y Rufino Tamayo entre otros. Colaboró y expuso con algunos de los fotógrafos extranjeros con más renombre en el medio, incluyendo a Henri Cartier-Bresson, Paul Strand, Tina Modotti y Walker Evans. En cuanto a otros artistas, fue acogido por André Breton, el fundador del surrealismo y también por Luis Buñuel, para quien documentó el rodaje de la película Nazarín, una de las más importantes en su magnífica filmografía. Fue tan solo uno de tres fotógrafos latinoamericanos cuya obra estuvo presente en la exposición The Family of Man, una de las más importantes en la historia de la fotografía. Sus logros artísticos fueron reconocidos a través de una Beca Guggenheim en 1975 y del Premio Hasselblad en 1984 (el primer iberoamericano en recibirlo) entre muchas otras distinciones. Además, en 2017 sus negativos y publicaciones fueron inscritas en el programa Memoria del Mundo de la ONU.
Fotógrafos como Álvarez Bravo poseen cuerpos de trabajo grandes en calidad, en cantidad y en diversidad de géneros, por lo que escoger una sola fotografía es difícil. Probablemente regresemos a conocer otras obras de él en el futuro, pero para esta entrada mostraré una que tiene relación con Guatemala, y es el retrato de Carlos Mérida en los años 30. Mérida es quizá la figura más importante del arte guatemalteco. El Museo Nacional de Arte Moderno de Guatemala lleva su nombre.
Un (débil) vínculo entre Álvarez Bravo y Guatemala: la casa donde creció en Ciudad de México está ubicada en la Calle República de Guatemala, muy cerca de la Catedral Metropolitana.
Otro vínculo (más concreto) entre Álvarez Bravo y Guatemala: fue uno de los jurados invitados para la VI Bienal de Arte Paiz en 1988.